martes, 18 de diciembre de 2012

La escuela no tiene por qué ser divertida


La directora general de Escuelas dijo que había docentes que aburrían a sus alumnos, pero el docente no es un histrión.
(Foto Nacho Gaffuri / MDZ)

de
por Alejandro Frias@friasale "Hoy llega [a la escuela] un adolescente diferente de los de antes, más light, consumista, más resistente a las normas. Las normas no las cumplen los grandes y tampoco los chicos, esta es la sociedad que tenemos”. La frase pertenece a María Inés Abrile de Vollmer, directora general de Escuelas de Mendoza, quien la dijo ayer en comunicación telefónica con MDZ Radio, y desde ella elaboró una conclusión que no es nueva y que, de hecho, se viene escuchando desde hace tiempo: hay docentes con los que los chicos se aburren, de lo que se deduce que es responsabilidad de algunos docentes que los alumnos no aprendan.
Es indudable que tanto la escuela como todos los integrantes de la comunidad educativa han cambiado, por eso, esas voces que comparan en el tiempo la educación que recibieron con la que reciben los chicos hoy se equivocan de cabo a rabo. Y de la misma manera ha cambiado la convivencia en las aulas, por eso hay que darle crédito a este nuevo sistema de puntos, no sólo porque plantea otra forma de tratar las faltas que puedan cometer los alumnos, sino también porque se replantea el paradigma del “control”, acercándolo más a la construcción.
Ahora, en cuanto a que haya docentes con los cuales los chicos se aburran y que se les achaque a ellos gran parte de la responsabilidad de los problemas (de convivencia o de aprendizaje) que tengan los alumnos, se podrían plantear varias objeciones.
Hace un tiempo, en una entrevista, a Felipe Pigna le preguntaron acerca de ciertas observaciones que sus alumnos habían hecho respecto de la diferencia que notaban entre sus libros y programas y las clases que daba. Los alumnos decían que se aburrían. A partir de esto, Pigna sostuvo algo que debería ser el punto de partida para analizar la afirmación de Vollmer. Palabras más, palabras menos, Pigna dijo que él al aula no iba a divertir a los alumnos, sino a enseñarles Historia.
Palabras más, palabras menos, Pigna dijo que él al aula no iba a divertir a los alumnos, sino a enseñarles Historia.
Hay en esta afirmación contenido suficiente como para seguir adelante con la posición de esta columna. Nadie puede negar que los docentes deberían poner en juego su creatividad a la hora de dar un tema, pero de ahí a que se conviertan en bufones o histriones que deben estar al servicio de la diversión de los alumnos…
Pongamos un ejemplo. Alumnos de noveno año, docente de Matemática, el tema es sistemas de ecuaciones. La pregunta es obvia: ¿cómo se hace para hacer divertido este tema? No faltarán quienes ante esta pregunta digan, por ejemplo, que todo depende de la creatividad del docente y que con un poco de voluntad cualquier tema puede ser divertido. Seguro que sí, pero ni todos los docentes de Matemática son Adrián Paenza ni mucho menos están ahí, delante de un aula, para divertir, amén de que tienen una currícula que cumplir si en verdad queremos que quienes ingresen a la facultad sepan resolver un sistema de ecuaciones.
Ni todos los docentes de Matemática son Adrián Paenza ni mucho menos están ahí, delante de un aula, para divertir.
Claro que esto de “divertir” a los chicos no significa sólo hacerlos reír en la clase y, además, tendrá distintas acepciones según el nivel del que se trate, pero un docente no estudió para divertir. Estudió para conocer teoría de enseñanza y aprendizaje, para conocer sobre las características evolutivas de cada edad, para conocer sobre su disciplina específica y cómo mediar conocimientos. De hecho, en la secundaria, muchos de los profesores nunca cursaron una materia pedagógica, porque su formación no contemplaba que terminarían dando clases (como en el caso de ingenieros, abogados, contadores, enólogos y varios más).
Se ha instalado en una parte de la sociedad y, para peor, en una parte de los responsables de la educación que el alumno debe ser atraído por la tangente hacia el estudio. Taxativamente, el estudio es el estudio. Sin duda que hay profesores que lo hacen más ameno que otros, pero la escuela debe ser un espacio en el que, justamente, ese adolescente “más light, consumista, más resistente a las normas” se encuentre con un espacio en el que tiene que hacerse cargo de responsabilidades que le van a quitar tiempo para divertirse, seguramente, pero que no se trata de un juego.
Todo problema social es multicausal y sus soluciones son multidireccionales. Y la pobreza de conocimientos que presentan muchos alumnos es un problema social. La solución no vendrá sólo por el lado de tomarse en serio la educación y exigir responsabilidades y compromiso a los alumnos, pero seguramente es una parte importante para llegar a ella.
Alejandro Frias